En cuestiones del amor nunca se cuándo hay que actuar y cuando hay que esperar.
Yo sé muy bien el dónde y el cómo, a dónde ir y cómo sortear los
obstáculos. Solo me falta aprender el cuándo, cuándo actuar y cuándo
esperar.
Si fallamos en el momento de actuar, si actuamos demasiado tarde, las
consecuencias pueden ser irreparables. Si actuamos demasiado pronto
también puede ser irreparable. Se trata de entender que todo tiene su
tiempo.
Actuar o esperar, dos caras de una misma moneda. Con cualquiera de las dos podemos ganar pero también podemos perder.
Una corazonada, una señal, siempre buscamos algo que nos diga cuándo
actuar. Pero no nos damos cuenta de que esperar también es actuar,
entonces la impaciencia nos lleva a actuar a destiempo, a equivocarnos.
Ciego caes en la trampa por no saber esperar.
Somos esclavos de nuestras impaciencias, de nuestras tentaciones, de nuestra culpa.
Siempre se trata de lo mismo, de cuándo esperar, de cuándo actuar, es
como preparase para una cita, saber qué ponerse, qué no ponerse, qué decir y qué no decir, cuándo hacer el gesto apropiado, cu+ando mantener
el silencio, cuándo ocultarse y cuándo mostrarse.
Yo no sé esperar cuando me encuentro con un obstáculo.